Tu propia narrativa (14): El hombre más influyente no existe


Don Draper
Lo más importante que hemos de entender es que este hombre no existe.
I.
AskMen elige en 2009 su «Hombre más influyente»; para que tengáis un contexto, el año anterior fue Obama.

En casi cada nivel, el protagonista de esta serie es un ejemplo asombroso de lo que muchos hombres tratan de ser, sin conseguirlo.

Aquí hablan de un hombre, un auténtico hombre. No un crío grande.

…[y son] mucho más niños que hombres, obsesionados como están con la comida rápida, los videojuegos y las funciones corporales. Si los medios están repletos  de representaciones de varones perpetuamente púberes, la magistral hombría de Don Draper resalta por contraste.

A mí me parece irónico que este tipo de retro-masculinidad sea tan honrado por un sitio que se dirige específicamente a ese tipo de hombres a los que desprecia. No es un accidente, claro, es un cebo, como poner fotos de chicas en bikini. El tipo de persona que quiere ser Don Draper es exactamente la demográfica de AskMen. Si lo estás viendo, es para ti.

Comprendo el atractivo, por qué alguien querría ser Don Draper. Pero aquí trataré de explicar por qué no deberías. Este post no es, por tanto, para todo el mundo. Vosotros y vosotras, a quienes está dirigido, sabéis quiénes sois. Y quien pretendéis ser.

Draper es un narcisista.  Esto no es un diagnóstico, es la premisa de la serie. La definición de un narcisista es una persona que crea una identidad para sí y la valora por encima de todo, cada momento de su vida se pasa perpetuando esa identidad, tratando de que todos la crean. Ese es Don Draper, porque él realmente está suplantando la identidad de otro hombre. La serie le da un interesante trasfondo, pero el elemento principal es que el hombre en la agencia publicitaria llamado Don Draper es una identidad falsa, una que él protege celosamente.  Nada es más importante que eso, para él, o para la serie.

Como todo narcisista, Draper no finge: se ha convencido de que él es quien dice ser. A menudo sabotea su trabajo, su salud, sus relaciones sin apenas ponerse nervioso. Pero cuando se amenaza con exponer su identidad real, casi enloquece.

La meta final del narcisismo no es sólo que todos acepten tu identidad ficticia cuando tratan contigo, sino que la perpetúen cuando no estás. El narcisista quiere ser una marca. Él gana cuando la gente confirma su marca, incluso cuando no están con él. Es como cuando alguien le dice a otro en un tren, «Apple hace los mejores dispositivos del mundo.» Ese tío está reforzando la marca Apple. No importaría si en realidad los fabricara Samsung.

Y tampoco le preocupa al narcisista el ser querido, sólo el ser una marca. Puedes odiar el sabor del agua Fiji, mientras admitas que el horrible sabor es porque es demasiado pura y de Fiji. El hecho de que lo odies es un anuncio en sí; apoya a la marca, como algo que tu tipo de persona no aprecia.

Es como con House. En la serie, los demás médicos hablan de él todo el rato, y siempre tomando la misma postura. La gente puede apreciar o sentirse disgustada por esas características, pero nadie las discute. Algunos le odian por esas características.

II.

Draper (el personaje) quiere que todos crean en él.  Bien, ha funcionado. Los lectores de AskMen no sólo creen en él, quieren emularlo.

Podrías pensar que es algo pasivo por parte de Draper (o de cualquier narcisista que conoces): él es hípermolón, y tú quieres ser como él. Error. Está tratando de engañarte para que pienses eso. Draper ha sido votado Hombre más Influyente no porque tenga cualidades duraderas que deban influirte, sino porque su meta es tratar de influirte.

«Te estás poniendo muy abstracto, simplemente me parece un tío genial.»  Esto es lo que trato de decirte: él no es genial, pretende serlo.

III.

«No quiero ser Don Draper, sólo esa masculinidad clásica que representa.» Draper no representa eso, lo finge. Mira la serie: ¿cómo es que en una serie ambientada en esos «viejos tiempos,» no hay más «verdaderos hombres?» Sólo está él.

«OK, vale, pero es masculino, fuerte, elegante…» Dices algo que ni siquiera te crees. ¿Si te encontraras a Draper en la cena de tu empresa, pensarías que es un verdadero hombre? ¿Querrías emularle? ¿Querrías tener su vida? No. Pensarías que es un carca y un facha risible.

«Bueno, algunas características…» Casi lo tienes. Quieres ser una versión a la carta de Draper.  Quieres elegir las partes buenas. Cuando es votado Hombre Más Influyente, ellos eligen sólo al tío frío, astuto, elegante, masculino. Eso no es una persona, es una imagen de marca. Si contratas a un ingeniero de Apple sólo porque te gusta cómo fabrican teléfonos, has contratado al tipo equivocado.

IV.

«Pero quiero ser un seductor como Don Draper.  Entonces era más fácil, porque las aventuras eran más aceptables.«

No, no lo eran. Aparte de la moralidad convencional, cuando engañas a tu pareja (ojo, la engañas, no cuando deseas acostarte con otra gente, la clave es la mentira) eso implica que no has conectado completamente con el otro, o has perdido parte de esa conexión. No necesitas ser Don Draper para hacer eso, la mayoría lo hemos hecho alguna vez. «Bueno, querría ser tan cool como es él, poder ligar con chicas como él.» Es la misma desconexión. Puedes hacerlo, también, sólo tienes que dejar de buscar tener una conexión inmediata con la chica a la que seduces. No puedes tener ambas cosas a la vez. O lo que es lo mismo, Draper liga mucho porque el resto son extras y le dan igual.

Considera a un tío hoy día que dice que no consigue ligar en los bares. El mayor error que los tíos cometemos cuando tratamos de conocer chicas (o sea, follar de forma casual) es interesarnos en exceso, presionar en exceso. Muchos no saben diferenciar un rollete de un noche de una relación. Se acercan a ambas cosas del mismo modo. Cuando estás intentando echar un polvo, no puedes estar desnudando tu alma, o tratando de que ella se abra (espiritualmente, de piernas seguro).  Tiene que ser fácil, divertido, relajado. Y tiene que parecer que no te estás jugando nada, que si ella pasa tú seguirás tan pancho. Los trucos para ligar funcionan muy bien porque retrasan el momento en el que el hombre hace lo que le sale natural, que es ser un idiota y mostrar sus 52 cartas diciendo, «¿Ves? ¡soy valioso (creo)! ¡Escógeme para fecundarte!«

Por esta razón muchos hombres que consiguen lo que quieren siguen insatisfechos. Se lían con una maciza en un bar y se convierte en una relación, y están jodidos porque no consiguen rolletes de una noche. Pero si los consiguen, están jodidos porque no pueden convertirlo en una relación (y por supuesto es culpa de ella por ser una guarra, no saber qué quiere, etc.) No puedes tener las dos cosas, al menos no en una relación de pareja convencional. Otros tipos de pareja son otra historia, para otro post.

Así se desintegra la lógica de estos hombres: si estás en un bar y ves a una chica con determinado aspecto, podemos estar de acuerdo que, dadas las circunstancias adecuadas, podría estar interesada en un rollete de una noche. «Sí, pero ella sólo está interesada en un tipo X de tío.» Quizá, pero probablemente se conformaría contigo. «Es que no quiero que se conforme conmigo, yo quiero que me desee.»  Entonces no quieres realmente un rollo casual, ¿no?

Ella ya sabe todo esto.  Igual que tú crees que puedes distinguir las tetas de verdad de las postizas, ella te ha calado a 100 metros.

Así es como se tiene éxito: tienes confianza en ti mismo y tus posibilidades, a la vez que aceptas que en vez de ti podría ser cualquier otro. Si no estás cómodo con esa idea, sal del bar.

V.

«Pero esa es la clave de Don Draper – ese tipo de hombre, viviendo en esa clase de época, cuando los hombres eran hombres… era más aceptable tener líos entonces, beber todo el día… Los viejos tiempos cuando los hombres podían ser hombres, incluso si tenían defectos.«

Draper seduce fácilmente a las mujeres porque tiene (o finge) confianza y además vive, perpetuamente, en ese estado de desconexión emocional que transmite a una chica que no te vas a poner pastoso con ella. Pero eso significa también que no conecta con su esposa, ni ella con él; por eso las aventuras no son un gran escándalo. No tiene nada que ver con que la serie se ambienta en 1960. Es sólo un mal matrimonio.

Deberíais notar que su desconexión no hace que su mujer esté menos conectada con él (aunque no ayuda). Esa desconexión le condujo a casarse con una mujer que probablemente no pudiera conectar con él.  Generalmente, uno consigue la relación para la que está preparado. Más aún en el caso de los narcisistas.

Y esto no le pasa sólo a Draper. Mirad a Campbell. Puede engañar a su mujer sin sentirse culpable porque ambos están emocionalmente desconectados. Ella no le ama, le necesita como secundario en su película «perfecta madre y esposa.»

La serie no muestra una época diferente; muestra un escenario bastante improbable donde todo el mundo en 200 kms a la redonda es un narcisista.

VI.

Shakespeare creó un personaje realista y tremendo llamado Hamlet.  Cada actor que lo interpreta, lo reinterpreta a su manera. Lo que nadie intenta es emular a Mel Gibson interpretando a Hamlet.

En la versión de 2009 de Star Trek, Kirk es interpretado por Chris Pine. Pero Pine no estaba sólo interpretando a Kirk, estaba (en su propias palabras) interpretando a William Shatner interpretando a Kirk, i.e. usando todos los manierismos de Shatner. Todas las alabanzas que Pine recibe se refieren a su habilidad de imitara Shatner, no de ser Kirk.

Cuando dices que quieres ser como Draper lo que estás diciendo es que quieres ser la persona que Draper pretende ser en un contexto específico. Eso no es real. Dado que Don Draper es un personaje interpretado por Jon Hamm, lo que estás diciendo es que quieres ser lo que un actor está interpretando que finge ser (o sea, un actor que interpreta a un personaje que finge una falsa identidad). Si intentas esto en Halloween, acabas en un psiquiátrico.

VII.

Tú no quieres ser Don Draper. Quieres vivir en su mundo: donde tener aventuras es casi aceptable; donde puedes beber todo el día y no emborracharte; donde puedes decir lo que te de la gana y no ofender de verdad a la gente, no tener consecuencias; donde los hombres creativos tienen una vía de expresar sus ideas, y al menos les pagan muy bien. Donde puedes comer lo que quieras y no engordar. Donde puedes actuar como deseas, como crees que un hombre actúa, y ser admirado.

Lo que quieres es ser el protagonista de tu propia película.

VIII.

Hay quien dice que el deseo de ser Don Draper es en realidad el deseo de vivir en una era más simple con roles de género bien establecidos, una forma de ver el pasado con una lente más romántica. Eso es discurso femenino. Cuando un tío fantasea con vivir en la Edad Media o en otro planeta o en la América de Don Draper (nadie quiere vivir en la España de los 60, claro), no desea un entorno diferente, desea una película diferente. No es la ambientación, es la trama. Nadie quiere vivir en el año 500; quieren estar en la corte del Rey Arturo, con cierto tipo de aventuras, relaciones, quieren estar en algún lugar donde la trama es conocida: quiero que esa historia me ocurra a mi.

Incluso si es una época histórica real, incluso una tan detallada como la de Mad Men, no quieres vivir ahí, quieres estar en ese show. Quieres una peli en la que el protagonista (tú) posee un carácter que todos aceptan, y actuar como te de la gana; y aunque siempre habrán consecuencias y miserias y lo que sea, no importa qué suceda, siempre será acerca de ti.

IX.

Un elemento crucial de la trama de Mad Men es que la masculinidad y chulería de Draper son artificiales, una actuación. Eso está bien, todos fingimos un poco, ¿por qué no molar? Pero cuando eliges tu personaje trata de no emular a alguien que a su vez emula a otro.

Por esta razón, cuando alguien trata de afectar el estilo y manerismos de un personaje que otros conocen, suele ser chirriante; siempre tiende a parecer horriblemente falso. Ya sabemos cómo es el original. Si te metes en un bus para ir a una convención de ci-fi disfrazado de alien, serás juzgado simplemente por lo molón de tu disfraz. Pero si te vistes como un alien conocido y único la gente en el autobús va a pensar que eres un idiota, más cuanto mejor sea el disfraz. Si te disfrazas de pirata, la calidad del disfraz marcará nuestra apreciación. Si te disfrazas de Johnny Depp en Piratas del Caribe pareces un mierda, porque ya sabemos que tratas de ser algo que no eres.

Es aún más difícil con Draper, porque Draper es un personaje que pretende ser otra persona (olvidad al actor Jon Hammpor ahora). Draper (en la serie) se puede salir con la suya porque nadie conoce a la persona que él está simulando ser, de modo que pueden creer que es realmente él. Tú o puedes ser Don Draper porque ya conocemos a Draper.

Ser otro es muy difícil. A veces incluso puede parecer falso ser quien realmente eres. Cuando un viejo rockero trata de volver a ponerse los cuerazos y tachuelas de su juventud da mal rollo, aunque él realmente es una estrella del rock, pero aún así está fingiendo: finge ser quien era hace 30 años. Ya sabemos quién era, y él ya no es esa persona, con lo que esa simulación nos jode. Que lo deje.

Sólo podemos tolerar esto cuando nosotros estamos en un concierto de ese rockero: nosotros hemos envejecido como él, pero a todos nos gustaría pretender ser más jóvenes de nuevo, aunque sólo sea un rato.

X.

¿Ese es el modelo? ¿Un tipo casado con una mujer hermosa que nunca será feliz porque está vacío? ¿No es su esposa? Veamos a la legión de modelos de lencería que este bien dotado semental ha seducido.

No, ninguna. En dos temporadas ha tenido 3 aventuras. Una con una hippie que tiene líos con otros muchos tíos que le gustan más que Draper. Ptra con una preciosa dueña de unos almacenes – que claramente no es un rollete de una noche – que espera convertir esto en un matrimonio. Y otra con una mujer tan marginal y rara como parece. Estas son las conquistas del gran Don Draper. ¿Este es vuestro modelo?

Ojo, y en los tres casos las mujeres le abandonan en el mismo momento que él revela el infinito, negro pozo de dependencia que hay en su interior. «¡Te necesito ahora!» le dice a su amante. Ella no le rocía con gas maza porque no se ha inventado aún.

Don Draper es el peor de todos los hombres posibles. Él no rompe corazones: rompe espíritus. Es un monógamo serial, incapaz de comprometerse con una persona por completo, y a la vez incapaz de comprometerse con la idea de echar un polvo y  dormir. Al menos en ambos casos la posición es clara.

Próximamente: brutalidad policial e ignorancia popular, o como casi me saltan un ojo con una pelota de goma en Plaza Cataluña y lo que uno aprende sobre eso.

Nota del autor: Resulta que esta entrada lleva como borrador desde octubre, como parte de aquella serie sobre narcisismo que me consiguió gloria y fama mundial. Por unas cosas y por otras acabó saliendo aquí y ahora. De modo que no se extrañen por la súbita reaparición de la serie. La idea es que está acabada. Más o menos.

10 comentarios en “Tu propia narrativa (14): El hombre más influyente no existe

  1. El problema es que la gente ha perdido el norte. Querer ser Don Draper es tan estúpido e infantil como querer ser Superman, y ser Superman sí que mola, porque es un héroe, vuela y tiene grandes aventuras en las que siempre gana.

    Lo que pasa es que si dices lo segundo pareces tonto porque lleva los calzoncillos por fuera. Pero como bien dices si uno lo piensa, viene a ser lo mismo.

    En términos generales, es preocupante. Hace un siglo este personaje sería el típico personaje de un novela psicológica en la que se vería lo despreciable de su conducta, su falsedad absoluta y su hipocresía. Ahora nos lo ponen como un ejemplo existencial. Cágate lorito.

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  2. ¿A ti no te da terror? A mi me lo da.

    Superman es un ejemplo de persona que tiene un enorme poder y decide ponerlo al servicio de algo que no es su identidad. Es una persona de principios, con una identidad propia y fuerte que no se supedita a lo que digan otros. No vende una marca. Hará lo que tiene que hacer aunque nadie lo sepa. Te puede parecer un tostón, pero es un modelo de conducta estimable, en mi opinión.

    Don Draper es la celebración de una mediocridad penosa disfrazada de traje y gomina, la glorificación de un mierda falsario que te hace sentir bien porque te has convencido de que no puedes ser un héroe y tomar decisiones morales, pero sí puedes ser un mierda. Eso siempre está al alcance de todos.

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  3. Para análisis infantiloides de esta serie, lee el que hizo Casciari, y verás por dónde se mueve alguna gente.

    Lo de «gas maza» no lo he entendido. Y si es el gas mostaza, llevaba muchos años inventado en aquel entonces.

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  4. No he visto Mad Men ni conozco AskMen, pero:

    Y tampoco le preocupa al narcisista el ser querido, sólo el ser una marca. Puedes odiar el sabor del agua Fiji, mientras admitas que el horrible sabor es porque es demasiado pura y de Fiji. El hecho de que tú lo odies es un anuncio en sí; apoya a la marca, como algo que tu tipo de persona no aprecia.
    Lo mismo que persigue Von Trier con su famosa declaración acerca de Hitler: que la gente hable de él y le haga publicidad. Y todavía tendrá algún seguidor idiota que quiera ver una supuesta lectura provocadora o alguna gilipollez similar.
    Una frase que resume este tipo de filosofía es aquella de que «O es amado o es odiado, no hay término medio». Claro, nada es peor que ser ignorado.

    Totalmente de acuerdo con el punto VIII, lo discutía un conocido en su blog.

    Se me ha ocurrido leer el análisis de Casciari, y admito que me da miedo cuando empieza a decir que el público está siendo observado como las secretarias de ese episodio.

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  5. La misma característica que me fascina de Mad Men es lo que me hace tan duro ver demasiados episodios seguidos. El caso de Draper es emblemático, pero no único. De una forma u otra, todos los personajes viven una crisis de identidad: algunos, como la esposa de Draper, tratando inútilmente de ser feliz en su desesperado esfuerzo por encajar en su papel; otros, como Peggy, quemándose los dedos en el intento de construir otra identidad más allá de la que se le ofrece de base. Y Draper que, como dices, riza el rizo y se compromete absolutamente con una identidad ficticia (No es casual que el centro de todo sea una agencia de publicidad. Es la profesionalización de la creación de la imagen de marca)

    Y ninguno de ellos es feliz, y nadie acaba de entender por qué, cuando han conseguido el final de la guerra, coches, permanentes para el pelo y medias de nylon. El espectáculo es fascinante, pero me quedo atónita cuando me doy cuenta de que la percepción de otras personas que ven la serie es que «Draper mola». Molar mola, pero como molan Hannibal Lecter o Sheldon Cooper. Molan para ver de lejos.

    Me ha gustado mucho la entrada. Solo hay algo que no entiendo, y es cuando hablas de que «querer vivir en un mundo con roles de género más simples» es una visión femenina del asunto. Yo creo que existen tanto mujeres como hombres a los que les gusta esa fantasía que, por supuesto, nunca ha sido realidad. Los roles de género nunca han sido fáciles. Ahora, por que están en obras, y antes, porque creaban una enorme tensión. Quien catalogue Mad Men como una serie sobre «qué fácil era ser mujer/hombre» entonces, ha visto «Aquellos maravillosos años» con otro título.

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  6. Grandes escritores, permiten como invita a hacer en uno de sus artículos Arturo Pérez-Reverte ser saqueados, y es más: su obra está ahí para ello. Obviamente con la habilidad y el arte de no caer en el burdo plagio. Y yo tengo a Imperator por un gran escritor. Cosa inoportuna de escribir por si la lee, pues hablamos de egos que se salen de sí mismos, con razón o sin ella; y a sus actitudes, personalidades, forma de escribir y nicks me remito; aunque puede que esté equivocado con algunos, o con todos.

    Y dice Imperator en esa entrada algo que me gusta y fascina, y explicaré porqué:

    <>

    Tanto es así, que Shatner está teniendo el privilegio ahora que ronda los ochenta otoños, de que le dediquen como protagonista series en las que entrevista a famosos, o el más principal agasajo: la serie Boston Legal, que en esencia se dedica a bucear en la personalidad del actor, con metabromas y frases como «Tengo muchos méritos, una vez hasta capitaneé mi propia nave espacial» en una rueda de prensa al salir de un juicio.

    Shatner es una vieja gloria de la abogacía de Boston en la serie que ha durado seis temporadas (la 8ª temporada de «El Abogado / The Practise» es en realidad la primera de Boston Legal), pero ya sólo usa su nombre. Llega a todas partes; rico, famoso y con su aspecto imponente, mira sus rivales y sólo dice una y otra vez su nombre como un mantra «Denny Crane», para intimidar. Pero no hace nada más, fuera de tratar con mayor o menor éxito de follarse a cualquier cosa con faldas, preferentemente viva, que se le ponga a tiro, y dejar los alegatos magistrales en manos de su edecán James Spader, que oficialmente es el protagonista de la serie.

    Cada episodio lo acaban burlándose de la FOX, de la tv por cable, de si se han visto poco o mucho en el episodio, de si habrá o no una temporada más, y lo hacen sentados ambos en la terraza del lujoso bufete, en dos butacas de cuero, con sendos puros habanos y whiskies de malta. Millonarios; gordos ellos, y poniéndose metafísicos. Shatner y Spader. Hay una foto de la avenida de las estrellas en la que sobre la de Willian Shatner en lugar de estar colocado el sempiterno teletransportador del Enterprise, hay una copa de whisky y un puro.

    Es mucho lo que he aprendido escuchando a este par de tunantes, y me refiero a los actores.

    No es el único caso.

    Dice Quentin Tarantino al referirse a su éxito «Malditos Bastardos / Inglorious Basterds», algo tan sorprendente como que la película descansa en la personalidad *del actor* que ganó el único óscar otorgado al filme: Christoph Waltz.

    Y lo dice el maestro así de claro (de la wiki):

    «Quentin Tarantino dijo que Landa es posiblemente el mejor personaje que ha creado. Originalmente quería que Leonardo DiCaprio interpretase el papel, pero el director finalmente decidió que interpretase este papel un actor alemán. El papel finalmente se lo quedó el actor austriaco Christoph Waltz, quien, de acuerdo con Tarantino «me dio mi película de vuelta» ya que sintió que la película no se podría haber hecho sin el personaje de Landa, un papel sumamente difícil de interpretar. Cuando Waltz audicionó para el papel, no tenía ninguna experiencia con Tarantino o el productor Lawrence Bender, y creía que el personaje de Hans Landa había sido creado únicamente para las audiciones. Waltz quedó muy impresionado con la profundidad y diálogos del personaje. Waltz describe una escena en la que tenía que comer un strudel y explicaba como averiguó la forma en la que tenía que comerlo. Mientras Landa está comiendo el strudel, él describe el lenguaje no verbal entre Hans Landa y el personaje de Shosanna como «no tan puro», aunque no entró en detalles, alegando que prefiere dejar esta interpretación a Tarantino y a los espectadores, describiéndose sí mismo como el intermediario. Waltz describe el personaje de Landa como alguien que «entiende cómo funciona el mundo». Para Landa la esvástica no significa nada, además de no compartir la ideología nazi, al hacer un trato con los Bastardos. Waltz describe a Landa como «realista hasta el punto de ser inhumano».»

    Tengo a más actores que se interpretan a sí mismos, o que son reinterpretados como actor y/o persona y no como personaje, pero no quiero extender la longitud de este comentario más allá de que se le pueda llamar comentario.

    Lumen

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  7. no copia el párrafo, pues lo añado entre comillas:

    «En la versión de 2009 de Star Trek, Kirk es interpretado por Chris Pine. Pero Pine no estaba sólo interpretando a Kirk, estaba (en su propias palabras) interpretando a William Shatner interpretando a Kirk, i.e. usando todos los manierismos de Shatner. Todas las alabanzas que Pine recibe se refieren a su habilidad de imitara Shatner, no de ser Kirk»

    Lumen

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